
El cariño que recibía por parte de mis familiares era como una gran manta que me envolvía en ternura y amor, por las noches mi madre se sentaba sobre una mecedora conmigo en brazos, y entonaba lindas canciones de cuna con su preciosa voz, que me hacían dormir bajo su seno.
Con el paso del tiempo, con tan sólo cuatro añitos, recibí una gran noticia, ¡Pronto iba a tener una hermanita!.
Ese día por fin llegó, estaba inquieta y con mucha ilusión por ver a mi hermanita, mi padre y mi abuela, estaban nerviosos. Salió la enfermera con mi hermanita en brazos, que pequeñita era, que ojos tan grandes tenía, al llegar a casa, ayudaba a mi madre a darle el biberón, bañarla, etcétera… empecé a jugar con ella cuando tenía 1 añito, la convertí en la princesa de mi casita de juguete, y siempre me gustaba tenerla en brazos.
Muy pronto se hizo mayor y jugábamos, yo le dejaba mis juguetes y ella los suyos, siempre estábamos juntas y no nos separábamos hasta la hora de ir a dormir.
Continuará...
Pluma de Pintura.
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